jueves, 20 de octubre de 2011

En el reino de los cielos

En el libro de Mateo, capítulo 13, versículos de 18 a 23, está escrito:

“Vosotros, pues, oíd la parábola del sembrador. 19 Cuando alguien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. 20 Y el que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y en seguida la recibe con gozo; 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de poca duración, y cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, en seguida tropieza. 22 Y el que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y queda sin fruto. 23 Pero el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye la palabra y la entiende, el que de veras lleva fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta, y otro a treinta por uno.”

Es común que un hombre de Dios sea perseguido, importunado y muchas veces humillado. Quien realmente coloca el reino de los cielos en primer lugar y lleva a cabo la misión que le fue conferida, naturalmente sufre por la acción de los malhechores. No se asombre si son acusados con injusticias, maledicencias, amenazas de muerte, boicoteo, ingratitud, mentiras y falsos testimonios y juramentos, contra usted, porque esto es una señal de que usted está realmente agradando al Señor y desagradando al mundo. Y la palabra de Dios nos confirma esto cuando abrimos la Biblia y leemos que no podemos agradar a dos señores, porque cuando usted agrada a uno, al mismo tiempo, desagrada al otro.

Yo pregunto: ¿Qué tipo de terreno es el suyo? ¿Por cuánto tiempo ha tenido fe? y ¿hasta cuándo le va a durar su fe? ¿Se irá a acabar a la mitad del camino? o ¿sus sueños irán a florecer y a dar frutos debido a su determinación?

"Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Mateo 6. 24)

En realidad, cuando caminamos, hablamos e invitamos constantemente al Padre, El nos conoce, nos oye y nos atiende prontamente en cualquier situación y lugar en que estemos y nos dará la victoria sobre todos los problemas que muchas veces creemos imposibles de resolver. En algunos momentos de la vida, las personas están debilitadas, bombardeadas por tantas promesas vacías que las hacen desalentarse, quedar sin fuerzas, y no consiguen ver con los ojos del Espíritu, lo que Dios tiene reservado para ellas. Sabed que el Señor no es responsable de nuestros fracasos, sino de nuestros éxitos. El se alegra cuando nos ve felices y por el contrario, Satanás canta victoria cuando nos ve tristes y abatidos.

Por lo tanto, usted no necesita preocuparse si es sincero y honesto, ora y ayuna y se consagra, el Señor pondrá la victoria en sus manos. Aquí, en mi ministerio, yo cuido, guio y trato a mis ovejas y oro por las que están descarriadas, lejos del rebaño del señor Jesús (porque su líder espiritual las abandonó).

Si usted está débil en la fe, desanimado, sin fuerzas para orar, venga por mi fe, porque aquí yo derramo mis lágrimas con la certeza de que usted será fortalecido y sanado. Yo voy a orar en la madrugada, en las montañas, y a ayunar en su favor, porque yo tengo la certeza de que Dios me escuchará. El Señor nunca me ha dejado hablando solo, mis palabras nunca caerán en el vacío, sino por el contrario, siempre serán oídas por mi Padre que cuida de mí y de usted. Tenga la certeza de esto.

Apóstolo Valdemiro Santiago

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