sábado, 14 de abril de 2012

El Espíritu Santo hace nueva todas las cosas.


Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues…Él, temblando y temeroso, dijo: ¿Señor, qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer… Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.



Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.


 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
Ananías puso objeciones al principio porque había oído de muchos acerca de las numerosas cosas malas que Saulo les había hecho a los santos del Señor en Jerusalén. Es evidente que Ananías era un judío nacido en Damasco, o bien había vivido allí por largo tiempo. Como es de suponer, muchos de los creyentes que habían huido de la persecución, habían llegado allí, y traían noticias de la furia de Saulo.
El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste… Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado*
En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes?...


Y es justamente esta metamorfosis, esta transformación, este cambio lo que tiene que suceder en la vida de cada uno de nosotros, si queremos que lo de afuera cambie, tenemos que cambiar primero lo de adentro.
Carácter, costumbres, pensamientos, actitudes, educación, lenguaje, etc, etc .
A veces cobramos mucho de los demás y nos olvidamos de cobrarnos a nosotros mismos.
Cada uno de nosotros debe mirar para su vida haciendo lo que se debe hacer, sin esperar nada de los demás y si de sí mismo.
Para eso está el Espíritu Santo, para ayudarle a ser quien Él espera que usted sea.

Acérquese a Dios. Permita que Él le dé la vida que usted siempre anheló.

Av. Lafragua 936, esq. Collado
Col. Zaragoza, Veracruz, Ver,
Tel: (0052) 229291 4158 

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